l apego al pasado se piensa y se narra así mismo como dinámico, expansivo y cambiante. Esta definición toma fuerza con los movimientos renacentistas pensando como un ‘regreso al pasado’ y al menos una preocupación por la diversidad y por el multiculturalismo en el mundo.
En Colombia, las narrativas sobre los indígenas se han mantenido inmersas al cambio constante de la sociedad, pues siempre, la etnografía de nuestro país tomo como una tarea persistente de ver el mundo a través de nuestro pasado, de lo contrario, nuestra historia desaparecería en el transcurso de próximas generaciones, la desaparición de los indígenas es evidentemente insostenible y cualquier predicción negativa parece ser poco probable y sustentable, en conclusión, nuestras raíces están apareciendo de formas inimaginables.
En el siglo XVII los muiscas constituyeron una época de una tenaz resistencia al cambio de sus culturas y tradiciones, pero no fue una resistencia donde se negaban a cambiar sus costumbres, si no por el contrario, por su rápida adaptación al cambio impuesto por la conquista española. Los caciques dentro de la conquista recibieron ciertos ‘privilegios’ por ser un símbolo de poder en las comunidades indígenas, ellos recibieron la cristianización y la enseñanza del castellano por lo que empezaron a ser vistos como un sector alineado frente a los intereses de la comunidad, los conquistadores se centraron en ‘españolizar’ a los caciques por su mismo poder que ejercían sobre la comunidad indígena.
Ante el poder de la nueva cultura y adoctrinamiento, se hizo necesario complementar la nueva visión de cristiana y los mitos prehispánicos tradicionales. Las leyendas muiscas sufrieron modificaciones no solo por los cronistas del siglo sino también a los cambios profundos que tuvieron los indígenas, de alguna manera la llegada de los españoles se acomodó a las buenas costumbres de los muiscas.
